Hace algún tiempo, viví la extraña experiencia de ver cómo, de manera reiterada, distintos vecinos de mi pueblo se introducían en mis sueños nocturnos. Durante varias semanas, este suceso se repitió noche tras noche.
Lo curioso de este hecho llegó a causarme una gran impresión. Sentí que de algún modo estos seres invadían mi espacio más personal al penetrar en algo tan íntimo como mis sueños. Decidí recopilar estos sueños anotando una breve reseña de su contenido al despertarme cada mañana, hasta que 6 meses después decidí dar por terminado este proceso. Escribí el contenido de cada uno de ellos en una pieza de tela blanca y posteriormente cosí todas las piezas. Había confeccionado una manta de sueños. Con ella sobre una cama, recorrí mi pueblo de principio a fin, invitando a cada vecino a repetir una vez más la acción de compartir el sueño.
Lo curioso de este hecho llegó a causarme una gran impresión. Sentí que de algún modo estos seres invadían mi espacio más personal al penetrar en algo tan íntimo como mis sueños. Decidí recopilar estos sueños anotando una breve reseña de su contenido al despertarme cada mañana, hasta que 6 meses después decidí dar por terminado este proceso. Escribí el contenido de cada uno de ellos en una pieza de tela blanca y posteriormente cosí todas las piezas. Había confeccionado una manta de sueños. Con ella sobre una cama, recorrí mi pueblo de principio a fin, invitando a cada vecino a repetir una vez más la acción de compartir el sueño.