Al igual que en trabajos anteriores, la performance reutiliza prendas usadas para la creación de nuevas confecciones, jugando con el simbolismo y el vínculo que transmite la materia prima en relación a sus antiguos propietarios. En esta ocasión las prendas pierden su forma original para convertirse en líneas entrelazadas entre si, en una sucesión de renglones que cuentan una historia tejida por la autora. Como resultado, surge una pieza textil que parte de 4 grandes faldas y confluye en la unidad. Las mujeres que la visten, sin posibilidad de disgregarse, se desplazan en conjunto, al unísono, formando una unidad, un bloque femenino. Sin perder su naturaleza de individuos, existe un nexo entre ellas que las mantiene ligadas: su condición de mujer. La performance fue desarrollada por la autora para el Festival de la Mujer que tuve lugar en el espacio artístico de "Las Malhabladas" en Salamanca.